No se si sois dados a conocer cuentos del folclore japonés. Esta vez, una de estas historias nos envuelve de manera, un tanto irónica, en la venta de un ambientador con olor a limón de la corporación S.T, dedicada a producir diversos productos para el hogar.
El cuento de la princesa Kaguya, titulado Taketori Monogatari es algo largo, pero para resumirlo, trata sobre una pareja de ancianos que malvivían y su única fuente de recursos era cortar bambú para venderlo. Un día, el anciano salió a cortar bambú y encontró un tronco que emanaba una luz cálida. Lo corto y apareció un bebé, el cual se llevó a casa para criarlo junto a su mujer.
La vida y fortuna de los ancianos comenzó a mejorar a medida que su hija crecía sana y bella. En este momento aparece el tema de los típicos y apuestos pretendientes… el hecho de casarse… Total, la princesa resulta ser que era habitante de la luna y estos bajan a buscarla. La leyenda es mucho más compleja y con mucho más significado, por ello, os animo a leerla.
Con un poco de contexto, entenderéis el anuncio. La princesa, al percibir el mal olor de la casa de los ancianos (diría que la princesa dice «¡APESTA!»), los selenitas bajan para ofrecerle el preciado tesoro. El ambientador de limón.
Toma ya.
Ya no tiene excusa para no quedarse en la Tierra.
No os perdáis el momentazo de los hombres que bajan de la luna, montados en una nube, y uno de ellos le ofrece el ambientador a la princesa.
¿Os imagináis que cada mañana al despertar, alguien os viene con una bandeja con el desayuno y una sonrisa así de amplia?
El producto no sería el mismo, pero los actos imaginativos forman parte del espíritu del blog 😉
Lo que no acabo de comprender es lo de la grulla…
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